La Reina Blanca



LA REINA BLANCA

Había llegado su momento. El peón que partió de F2, avanzaba firme y decidido, sin temblarle el paso, a sabiendas de que era ahora o nunca. Debía asumir la responsabilidad, llegaba en un momento en el que la partida era complicada para los suyos, por eso no vaciló y se adelantó con un paso seguro hacia E8, la casilla que lo convertía en reina. Una combinación impensable de jugadas lo había llevado a esta nueva circunstancia.

En su trayectoria por el tablero, había visto caer algunas piezas. No había sido un camino fácil. Muchas decisiones, desvelos, disyuntivas, errores y aciertos la habían llevado hasta donde se encontraba ahora. ¡Ahora era la reina! Era consciente de que podía inclinar la partida hacia su lado. De que no era momento para rendirse. El resto de los suyos, la necesitaban.

Con el rey enrocado, los alfiles perdidos tras guerras menores, y con la mínima defensa de la caballería, a merced de los movimientos caprichosos de las manos que mueven las piezas. Se dio cuenta que solo de ella dependía aquel triunfo. Una batalla que libraba en solitario, con las voces a sus espaldas por cada pieza perdida, por cada casilla retrocedida.

Sus movimientos eran suaves y delicados, estudiados, medidos. Sus consecuencias eran letales para su enemigo. Cada pequeño avance era un nuevo triunfo. Triunfo que no tenia tiempo de celebrar, porque ya pensaba en el siguiente movimiento. Un movimiento certero, que le permitiese seguir sumando pequeñas victorias que debilitaban a su enemigo.

El tiempo contaba en su contra. Su pequeño ejército se debilitaba ante tan gran rival. Una batalla como nunca antes habían librado. Requería de todas sus fuerzas, incluso de las que no encontraba y tenia que buscar en los rostros de quien protegía. En las miradas desoladas de quien a ella se encomendaban. En esos ojos desamparados cuya única esperanza eran su entereza, su fortaleza, su seguridad.

Se escucho el sonido estridente que indicaba que ya habían sido demasiadas horas en el tablero por hoy. Que la partida debería ser aplazada hasta el día siguiente. Aunque ella se negaba a abandonar su casilla, conocedora como era, de que el enemigo no descansaba. Que aprovechaba su ausencia para seguir avanzando. Los tenía en jaque, cada paso era una defensa para salir de aquella emboscada en la que se hallaban. La necesitaban, no podía abandonarlos ahora, ahora no.

Fue así como la reina blanca, Maria, que así se llama, abandonaba consternada su trabajo por hoy. Como el protocolo exige. Pasando por la habitación donde se despojan de sus trajes, mascarillas y patucos, para no contaminar a nadie. Es así como este peón promocionado a Reina, consciente de que su labor es fundamental, se despide, volviendo la mirada atrás, para ver como la esperanza de esas miradas se pierden tras ella.

Por la reluciente cara de marfil de la reina blanca, se desliza un pequeño surco negro. Una lagrima que aflora imperceptible. Otro día de lucha, no puede permitirse ser débil. No, ella no. Sabe que esta guerra la ganaran las blancas. Ese ejercito de peones hechos reinas, que con su lucha, no permitirán que ese maldito caballo negro acabe devastando, casilla a casilla, cada uno de sus peones. No, al menos mientras ella siga en este juego, librando esta batalla.

6 comentarios:

  1. Hay muchas reinas blancas en esta guerra,y muchos soldados. Un conjunto de piezas como ese puzzle que pusiste. Todas son necesarias.
    Cada uno en su casa tb tiene un reino y una Batalla que ganar. Saldremos reforzados, lo que no te mata, te hace más fuerte

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  2. Esta batalla la ganaremos seguro,solo queda un poquito más de esfuerzo entre todos.ya se podrá descansar más adelante,mucho ánimo

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  3. Gracias Jaime No solo los sanitarios ni las Fuerzas de Seguridad del Estado ni los panaderos... hay muchas Reinas Blancas ...todos y cada uno de los que están confinados en sus casas Gracias a ellos vamos a ganar esta guerra

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  4. Bueno que te voy a decir Jaime, muy descriptivo de la actualidad, es en estos casos en los que nos damos cuenta de la importancia de los peones, muy alejados de las otras piezas que parece no están en la partida. Hace unos meses veíamos a los agricultores quejarse de sus condiciones de trabajo y ahí están, se han puesto el mono de trabajo de nuevo para que nos falte de nada, hay tenemos a nuestros cuerpos de seguridad, y ni que decir de los sanitarios, y entre medias, nuestros políticos como siempre, tu malo yo bueno, tú lo haces mal y yo bien, como si creyesen que nos importa lo que digan. Yo salgo a aplaudir a las 8 a mi gente a la que me cuida, sanitarios, policía, agricultores, limpiadores, supermercados, y a toda a esa gente que jugándose su salud nos hace la vida fácil.....ahí queda eso!!!.... muchas gracias Jaime...

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  5. Monica Ramal Torrecilla11 de abril de 2020, 15:27

    Buenas noches y muchas gracias Jaime. Efectivamente ese caballo negro no puede acabar devastandonos. Por eso cada uno de nosotros a lo largo del día unas veces jugamos a ser peones y otras veces a ser reinas, pero siempre remando en la misma dirección.
    Gracias por la delicadeza con que nos muestras la realidad que vivimos.


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