En este primer post del año quería
hablar de algo tan común como son los propósitos de año, esas promesas o metas
que esperamos cumplir cuando termine este nuevo año que empezamos, y que
estrenamos como una nueva hoja en blanco, y con la que cuando finalice
realizaremos balance y nos daremos cuenta de si nuestras propuestas han sido realistas,
o utópicas...
Entre los propósitos clásicos,
encontramos los de apuntarse al gym (que no ir....jejeje...), aprender algún
idioma, practicar más deporte, comer más sano, caminar más diariamente, dejar
de fumar, viajar a tal o cual sitio, leer más, sacarse el carnet de conducir,
aprender algo nuevo, pasar más tiempo con la familia,.... estoy seguro que
entre estos clásicos se encuentran algunos de vuestros propósitos para el nuevo
año, en definitiva, buscamos realizar cosas que nos hagan sentir mejor (física,
psíquica y personalmente...)
¿Os recuerda esto a algo? a ver, os dejo pensar......
Esta costumbre no es nueva, esta
costumbre viene de tiempos antiguos, así lo acreditan los historiadores. En la
antigua Roma, por ejemplo, los políticos y los soldados juraban en año nuevo
lealtad al emperador, y la cosa iba en serio. Antes de eso, los babilonios
aprovechaban el cambio de año para renovar su lealtad al rey y celebraban
rituales en los que revitalizaban su alianza con la Tierra y con los dioses.
Dicen las estadísticas que más de
la mitad de las promesas quedan en agua de borrajas antes de que finalice el primer mes. También indican
que los menores de 30 años tienen el doble de posibilidades de mantener su
palabra que los mayores.... como todo, creo que estas cosas dependen del
interés, fuerza de voluntad y motivaciones personales de cada uno, y creo que
en estos casos está bien salirse de las estadísticas... Yo creo que tampoco
debe agobiarnos el propósito marcado, fijándonos metas difícil de alcanzar.
Mi propósito para este año es, como os dije en mi
felicitación navideña, SONREÍR,
espero conseguirlo, y espero seguir cumpliendo uno de los del año pasado y
seguir contándooslo, jejejeje....
Me ha gustado una propuesta que todos deberíamos tener:
“Propongo como
propósito de año nuevo «comenzar a buscar la humanidad que hemos perdido entre
el consumismo, la falta de valores y la violencia». Reconozco que es un camino
largo y difícil de recorrer, pero con constancia todo es posible.
Como primer paso
deberíamos aprender a ser más tolerantes, entender que todos utilizamos lentes
diferentes para ver la vida e internalizar que no debemos ofendernos por
nimiedades o desacuerdos sino relajarnos y asumir que cada quien tiene su
verdad.
«La civilización no es
más que un fino barniz sobre el estado animal de la naturaleza humana», no
dejemos que este se desgaste y salga lo peor de nosotros, así que los invito a
traer a nuestra humanidad de regreso que eso es lo que nos hace diferente.”
Había una vez, en un país exótico y
lejano un mercader que había contraído muchas deudas. Al no poder pagarlas, fue
conducido al palacio del sultán para ser ajusticiado.
Una vez en presencia del sultán el mercader trató de negociar con él:
- Poderoso Sultán, perdonadme las deudas y concededme un año. En ese
plazo, yo prometo hacer que vuestro caballo vuele.
El sultán meditó la propuesta. Las deudas que tenía no eran tan grandes
a fin de cuentas. Un año no era mucho tiempo, y si realmente conseguía que su
caballo volara, sus enemigos le temerían aún más.
Finalmente le concedió el plazo y le dejo marchar, advirtiéndole que si
no lo conseguía, lo mataría igualmente.
Al llegar a casa, el mercader contó a su esposa lo ocurrido y está se
asustó:
-¿Cómo has podido prometerle tal locura? ¡Es imposible!
Con tranquilidad, el mercader respondió.
- En un año pueden pasar muchas cosas; puedo morirme yo, puede morir el
caballo, puede morir el sultán, y quién sabe, ¡puede que hasta el caballo
aprenda a volar!
¿CUAL SON LOS VUESTROS?