domingo, 5 de octubre de 2014

Cuentos con Moraleja

     En este post de hoy he recopilado unos cuentos que aunque algunos de vosotros ya conozcáis, los recomiendo leer de nuevo:

Aprender cómo se pagan impuestos bebiendo cerveza

     Todos los días 10 hombres se reúnen en un bar para charlar y beber cerveza. La cuenta total de los diez hombres es de 100 €. Acuerdan pagarla de la manera proporcional en que se pagan los impuestos en la sociedad del país, con lo que la cosa sería más o menos así,  según la escala de riqueza e ingresos de cada uno:
Los primeros 4 hombres (los más pobres) no pagan nada.




El 5º paga 1 €.
El 6º paga 3 €.
El 7º paga 7 €.
El 8º paga 12 €.
El 9º paga 18 €.
El 10º (el más rico) paga 59 €.
A partir de entonces, todos se divertían y mantenían este acuerdo entre ellos, hasta que, un día, el dueño del bar les metió en un problema:
“Ya que ustedes son tan buenos clientes,” les dijo, “Les voy a reducir el costo de sus cervezas diarias en 20 €. Los tragos desde ahora costarán 80 €.”
El grupo, sin embargo, planteó seguir pagando la cuenta en la misma proporción que lo hacían antes.
Los cuatro primeros siguieron bebiendo gratis; la rebaja no les afectaba en absoluto. ¿Pero qué pasaba con los otros seis bebedores, los que realmente abonan la cuenta? ¿Cómo debían repartir los 20 € de rebaja de manera que cada uno recibiese una porción justa? Calcularon que los 20 € divididos entre 6 eran 3,33 €, pero, si restaban eso de la porción de cada uno, entonces el 5º y 6º hombre estarían cobrando para beber, ya que el 5º pagaba antes 1 €  y el 6º 3 €. Entonces el barman sugirió que sería justo reducir la cuenta de cada uno por, aproximadamente, la misma proporción, y procedió a calcular la cantidad que cada uno debería pagar.
El 5º  bebedor, lo mismo que los cuatro primeros, no pagaría nada: (100% de ahorro).
El 6º  pagaría ahora 2 € en lugar de 3 €: (ahorro 33%)
El 7º   pagaría 5 €   en lugar de 7 €:   (ahorro 28%).
El 8º   pagaría 9 €   en lugar de 12 €: (ahorro 25%).
El 9º   pagaría 14 € en lugar de 18 €: (ahorro 22%).
El 10º pagaría 50 € en lugar de 59 €: (ahorro 16%).
Cada uno de los seis pagadores estaba ahora en una situación mejor que antes: los primeros cuatros bebedores seguían bebiendo gratis y un quinto también.
Pero, una vez fuera del bar, comenzaron a comparar lo que estaban ahorrando.
“Yo sólo recibí un euro de los 20 € ahorrados,” dijo el 6º hombre: señaló al 10º bebedor diciendo “Pero él recibió 9 €”
“Sí, es correcto,” dijo el 5º hombre. “Yo también sólo ahorré 1 €; es injusto que él reciba nueve veces más que yo.”
“¡¡Verdad!!”, exclamó el 7º hombre. “¿Por qué recibe él 9 € de rebaja cuando yo recibo sólo 2 €? ¡Los ricos siempre reciben los mayores beneficios!”
“¡Un momento!”, gritaron los cuatro primeros al mismo tiempo. “Nosotros no hemos recibido nada de nada. ¡El sistema explota a los pobres!”
Los nueve hombres rodearon al 10º y le dieron una paliza.
La noche siguiente el 10º hombre no acudió a beber, de modo que los nueve se sentaron y bebieron sus cervezas sin él. Pero a la hora de pagar la cuenta descubrieron algo
inquietante: Entre todos ellos no juntaban el dinero para pagar ni siquiera LA MITAD de la cuenta.
Y así es, amigos y amigas, periodistas y profesores universitarios, gremialistas y asalariados, profesionales y gente de la calle, la manera en que funciona el sistema de impuestos.

“ El problema con el socialismo es que uno termina quedándose sin el dinero de la otra gente”.

Moraleja: La gente que paga los impuestos más altos son los que se benefician más de una reducción de impuestos. Póngales impuestos muy altos, atáquenlos por ser ricos, y lo más probable es que no aparezcan nunca más. De hecho, es casi seguro que comenzarán a beber en algún bar en el extranjero donde la atmósfera es algo más amigable.

Relato extraído del blog de mi amigo Eduardo.

 ¿Qué es el comunismo?

     Unos Alumnos discutían en la universidad con su profesor de economía sobre cual era el mejor sistema económico para solucionar la enorme desigualdad que existía en el mundo. Los alumnos no estaban de acuerdo con su maestro que les hablaba de las bondades de economistas como Keynes o Milton Friedman, y aseveraban que la mejor manera de acabar con la desigualdad era el comunismo.

El profesor sugirió una cosa:

 -No vamos a estudiar a Marx, para entender el comunismo que ustedes tanto presumen, vamos a aplicarlo en clase. A partir de ahora, en lugar de que ustedes tengan calificaciones individuales, todos tendrán una calificación en común, es decir, se promediarán las calificaciones que todos ustedes obtengan y la calificación será la misma para todos.
Como muchos de los estudiantes no tenían muy buenas calificaciones en la clase de economía, la medida fue aprobada por la mayoría. Solamente los más estudiosos se opusieron a la medida, porque sentían que la mayoría se iba a colgar de su esfuerzo para ingeniárselas y pasar de año gracias a ellos.
En el primer mes, los aplicados se esforzaron para tratar de obtener una mejor calificación grupal, mientras que los demás ni siquiera estudiaron sabiendo que el esfuerzo de los aplicados iba a subir la calificación del grupo lo suficiente como para pasar de año. Antes de la medida, el promedio del grupo era de 80. Ahora ya con el “comunismo escolar” el promedio había bajado a 70. La mayoría de los alumnos mediocres estaban felices por la calificación, habían pasado la materia. Pero empezó a haber mucha indignación entre los alumnos aplicados, habían sacado la peor nota en todo su boletín de calificaciones.

¿Qué pasó?. Los alumnos aplicados, al ver que su esfuerzo no se veía reflejado en su calificación, decidieron que ya no tenían por qué esforzarse tanto. Al cabo, estudiaran para 10 o no, iban a obtener la mediocre calificación del grupo. ¿Qué fué lo que ocurrió?. Para el siguiente mes de “comunismo escolar”, el promedio bajó a 60. Ahora no solo los alumnos aplicados estaban indignados por la pésima calificación que habían obtenido, sino que ahora los “burros” estaban preocupados porque “por culpa de los aplicados” estuvieron a punto de suspender. Tanto los aplicados como los flojos empezaron a criticarse y a amenazarse entre sí, cada bando se echaba la culpa uno al otro por la calificación obtenida y amenazaban con hacer una revolución.


Ya con los ánimos y la motivación hasta abajo, llegó el siguiente examen.
¿Qué pasó?. El promedio del grupo fue de 4.0. Todos habían suspendido. La indignación creció más, todos buscaron culpables, que si los alumnos habían tenido la culpa, que si el profesor era el culpable de todos los males que aquejaban a los alumnos. Había que encontrar un chivo expiatorio. Pero no lo había. Y mientras todos se peleaban entre sí.
El profesor les dijo: -El experimento ha acabado, les haré un nuevo examen y volverán a obtener la calificación que le corresponde a cada quien. -Por supuesto, tanto los aplicados como los flojos estaban felices, porque sabrían que tendrían una oportunidad para pasar en base al esfuerzo de cada quien, ¿que pasó en ese examen?. Después de el fallido experimento, todos valoraron la importancia del esfuerzo individual y todos aprobaron, no todos obtuvieron las mismas notas, algunos sacaron 10 y otros obtuvieron 6 y 7, pero todos habían pasado el examen.

El profesor les dijo a sus alumnos: -Como ven, no habrá necesidad de estudiar a Carlos Marx ni “El Capital”. Ustedes ya han aprendido en carne propia lo que es el comunismo, y sobre todo lo que ocurre cuando se trata de implementar un sistema tan “justo” en la sociedad. Ya se dieron cuenta de que un sistema como ese acaba con el nivel de productividad de un país, y el nivel de vida empeora para todos, aunque sea igual para todos.

La importancia de un pequeño gesto, una mirada....

     Una mujer ha desaparecido y su marido está siendo procesado, acusado de matarla. En un momento determinado del juicio, su abogado dice al jurado:
“Damas y caballeros, tengo una noticia sorprendente. No sólo la esposa de mi cliente está viva, sino que ella va a aparecer por esa puerta en diez segundos. “
Un silencio expectante inunda la sala…… pero no pasa nada.
“Piensen en esto” - dice el abogado dirigiéndose al jurado - “el hecho de haber mirado a la puerta, esperando ver a la mujer desaparecida, demuestra que tienen una duda razonable sobre si el crimen se cometió en realidad. Por lo tanto, al amparo de esa duda razonable, deben declarar inocente a mi cliente”

Se sienta con confianza, y el juez envía al jurado a deliberar a otra sala.
Regresan en diez minutos y leen el veredicto, declarando al marido culpable.
“¿Culpable?” - dice el abogado sorprendido – “¿cómo puede ser eso? ¡Todos miraron a la puerta! ”
“Sí, la mayoría de nosotros estábamos mirando la puerta” – contestó el portavoz del jurado - “pero uno de nosotros miró al acusado, y él no estaba mirando la puerta.”

 Muchas veces nos inducen a "mirar" en un sentido, y llevados por la mayoría nos movemos en masa, sin pararnos a observar los pequeños detalles que nos descubrirían una realidad distinta.

Relato extraído del blog de la aldea Irreductible.

Estas historias nos hacen reflexionar, que muchas veces lo que creemos acertado y justo, no lo es tanto, y que todo depende del lado del camino donde nos pille la historia, y como en el resto de post, espero vuestros comentarios y reflexiones sobre esto, 
¿o es que no os han hecho pensar?